La historia de Julieta
Julieta empezó el liceo en el año 2011, en el departamento de Canelones. Allí vivía con su madre, su hermano menor y su padrastro.
Tanto ese año como segundo, aprobó con un promedio de 7.
En tercero, su contexto empezó a cambiar cuando su madre se divorció de su padrastro.
“Yo me hacía muy cargo de algunas cosas de la casa, de mi hermano y eso, y faltaba mucho.”
El año llegó a su fin y, en diciembre, Julieta fue al liceo para rendir su examen de matemáticas.
“Yo fui al examen de matemáticas, habiendo estudiado todo para darlo y [la profesora] me dijo: ‘Pero Juleita, vos repetiste’. Y yo tipo: ‘¡¿Qué?!’”
Cuando el boletín tenía más de tres materias bajas, los padres tenían que ir a la institución a recogerlo. Pero la madre de Julieta no había ido.
“Mi madre nunca iba a buscarlos [boletines], entonces yo tampoco sabía muy bien qué promedio tenía en las materias ni nada, y no sabía ni cuántas tenía bajas. Los profesores sí me iban comentando algo, lo que fuera, yo veía los parciales y eso, pero ta.”
Así que, al año siguiente, Julieta repitió tercer año de secundaria.
“Me afectó pila eso de estar ahí, con gente más chica”.
Sin embargo, Julieta tomó la experiencia como un llamado de atención para no volver a pasar por lo mismo.
“Me empecé a sentar adelante, a prestar más atención y a sacar más apuntes. Me preocupé más por las notas. Cambió mi interés personal, porque no quería repetir de nuevo.”
Julieta recordaba algunos de los contenidos del año anterior, así que sintió que repetir fue útil para reforzar conocimientos, y ese año aprobó con un promedio de 9.
Al año siguiente, en 2015, se cambió de liceo, a uno de enseñanza media superior.
Ese año, tuvo un rendimiento aún mejor y terminó con un promedio de 11.
“Me acuerdo clarito mi emoción, cuando me dieron el carné y tenía un promedio de 11. Fue el primer 11 que tuve y me emocionó mucho. Porque aparte decía ‘Felicitaciones’ y marcado en amarillo con flúo. Creo que ese fue el momento que me acuerdo más porque me había costado un montón poder lograr todo eso. Había sido tormentoso el haber repetido…”
En quinto, Julieta se mudó de la casa de su madre a la de su padre.
Recibió apoyo del personal de la institución para poder decirle a su madre que quería mudarse con su padre, porque estaba siendo testigo de situaciones de violencia en casa.
“La psicóloga y la trabajadora social [del liceo] me ayudaron a poder hablar con mi madre para decirle que me quería mudar con mi padre. Hicieron un seguimiento en el tiempo”
En 2017, Julieta terminó el liceo.
Hoy, a los 25 años, está estudiando Psicopedagogía en la universidad y trabajando en un comercio.
Así se ve su trayectoria educativa.